EL RINCÓN DEL PADRE RAMÓN

AÑO EUCARISTICO. OCTUBRE.

RITOS DE COMUNIÓN.

Lo siguiente es un resumen de la catequesis del Papa Francisco sobre este momento de la Eucaristía, escuchemos y pensemos cómo vivimos este momento: Después de la Fracción del Pan, el sacerdote nos invita a mirar «al Cordero que quita el pecado del mundo», reconociendo la distancia que nos separa de la santidad de Dios y de su bondad al darnos como medicina su preciosa Sangre, derramada para el perdón de los pecados. Somos, por tanto, convocados «al banquete de bodas del Cordero», reconociéndonos indignos de que entre en nuestra casa, pero confiados en la fuerza de su Palabra salvadora”, expresó.

Explayándose en italiano, el Papa explicó que formar parte del banquete de bodas del Cordero es una invitación que nos alegra y al mismo tiempo nos empuja a un examen de conciencia iluminado por la fe, dado que, si por una parte vemos la distancia que nos separa de la santidad de Cristo, por la otra creemos que su Sangre es derramada para la remisión de los pecados. “Todos fuimos perdonados en el Bautismo, y somos o seremos perdonados cada vez que nos acerquemos al sacramento de la penitencia”, recordó, e instó una vez más a no olvidar que Jesús “no se cansa de perdonar”, sino que “somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón”.

Nutrirse de la Eucaristía significa mutar en lo que recibimos.

“Caminamos hacia el altar – prosiguió en español – para nutrirnos de la Eucaristía, para dejarnos transformar por quien recibimos, como dice san Agustín: «Yo soy el alimento de las almas adultas; crece y me comerás. Pero no me transformarás en ti como asimilas los alimentos de la carne, sino que tú te transformarás en mí”.

El Pontífice también se refirió al reconocimiento que realizamos cuando, al sacerdote que distribuyendo la Eucaristía nos dice “el Cuerpo de Cristo”, respondemos “Amén”: esto significa, dijo el Papa, que reconocemos la gracia y el compromiso que comporta convertirnos en Cuerpo de Cristo. “He aquí el prodigio de la Comunión: nos volvemos en lo que recibimos”, agregó. 

 

 “La Liturgia eucarística se concluye con la oración de la comunión. En ella damos gracias a Dios por este inefable don y le pedimos también que transforme nuestra vida, siendo medicina en nuestra debilidad, que sane las enfermedades de nuestro espíritu y nos asegure su constante protección”.

 “La Eucaristía – añadió Francisco en italiano– nos hace fuertes para dar frutos, flores de buenas obras para vivir como cristianos”, e invitó a acercarnos a la Eucaristía y a recibir a Jesús “que nos transforma en Él”, y nos hace más fuertes. 

“La Iglesia desea vivamente que también los fieles reciban el Cuerpo del Señor con hostias consagradas en la misma Misa”, dijo también, puntualizando que el signo del Banquete Eucarístico se expresa con mayor claridad si la Comunión “se hace bajo las dos especies”. El Papa recuerda que según la praxis, el fiel se acerca normalmente a la Eucaristía en procesión y comulga con devoción de pie o de rodillas, “recibiendo el Sacramento en la boca, o, donde está permitido, en la mano, como prefiere”.

 “haciendo presente el misterio de amor que se encierra en el Sacramento, para que la unidad con Cristo y con su Iglesia se manifieste en nuestro actuar cotidiano y testimonie nuestra vida nueva en Cristo”.

PREGUNTAS: ¿Cómo vives la comunión? ¿Te preparas? ¿Crees de verdad que no soy digno(a) de recibir a Jesús?

¿Experimentes hambre del espíritu para recibir el Pan de vida?

CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA Y SUS PARTES

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