El 1 de noviembre la Iglesia recuerda con mucho cariño a todos los fieles difuntos: celebramos el día de Todos los Santos. Recordamos a los seres queridos que ya no están entre nosotros y festejamos, como cristianos, que están en el Reino de los Cielos.
San Agustín decía “Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora, una oración por su alma la recibe Dios”.