EL RINCÓN DEL PADRE RAMÓN

EL RINCÓN DEL PADRE RAMÓN

¿Qué HAGO POR LOS JOVENES?
Ha comenzado hoy 3 de octubre el Sínodo de los Obispos sobre los jóvenes. El Papa Francisco ha convocado a toda la Iglesia, usted y yo incluidos, a preguntarnos ¿dónde están los jóvenes con respecto a la fe, a sus problemas existenciales? la Iglesia ha decidido interrogarse sobre cómo acompañar a los jóvenes para que reconozcan y acojan la llamada al amor y a la vida en plenitud, y también pedir a los mismos jóvenes que la ayuden a identificar las modalidades más eficaces de hoy para anunciar la Buena Noticia. A través de los jóvenes, la Iglesia podrá percibir la voz del Señor que resuena también hoy (Documento preparatorio).
Los jóvenes no son personas lejanas ni abstractas, son los hijos de ustedes, los nietos, mis sobrinos, los alumnos de los colegios, los jóvenes de las universidades y de los CFT, los jóvenes de los clubes deportivos, de los bailes religiosos, de las batucadas, de la calle, de la cárcel, de la música, del arte, de los festivales, de los recitales de cantantes de moda, son los expertos en la tecnología actual, son los de las protestas. Una minoría de ellos están esclavizados por los vicios actuales, algunos y algunas son papás y mamás, algunos trabajan y estudian. 
Lo primero que nos debemos preguntar ¿Cómo veo yo a los jóvenes? ¿Qué opinión tengo de ellos? ¿Hablo con ellos? ¿Hago algo por ellos?
Cuando miramos nuestras asambleas en la Misas de la Parroquia y las Capillas hay pocos jóvenes. En nuestra Parroquia el P. José Pablo hace un trabajo maravilloso con los jóvenes. Rezamos por las vocaciones pero si hay pocos jóvenes en nuestras comunidades estamos pidiendo casi un imposible.
Otras preguntas: ¿qué he hecho para que los jóvenes que yo conozco se acerquen al Señor? ¿Me he acercado yo a ellos? 
Mi impresión es que los jóvenes están muy solos y sufren mucho, a pesar de “estar conectados” con la nueva tecnología, están muy incomunicados. También veo que necesitan adultos firmes en la fe y en la vida para darles solidez en sus búsquedas.
¿Qué podemos hacer? Primero rezar por los jóvenes, pero no una vez sino siempre, todos los días. Por los que conocemos y por los que conocemos por los medios.
No nos quedemos en la crítica a los jóvenes sino hagamos algo positivo por ellos, acerquémonos, busquémoslos. Todos fuimos jóvenes y muchas veces un adulto o varios nos ayudaron en nuestra crisis humanas, familiares, existenciales, vocacionales.
El Papa Francisco en la Homilía de la Misa inicial del Sínodo nos dijo entre otras cosas: “Porque sabemos que nuestros jóvenes serán capaces de profecía y de visión en la medida que nosotros, ya mayores o ancianos, seamos capaces de soñar y así contagiar y compartir esos sueños y esperanzas que anidan en el corazón (cf. Jl 3,1). 
Ellos nos piden y reclaman una entrega creativa, una dinámica inteligente, entusiasta y esperanzadora, y que no los dejemos solos en manos de tantos mercaderes de muerte que oprimen sus vidas y oscurecen su visión. 
Hermanos: Pongamos este tiempo bajo la materna protección de la Virgen María. Que ella, mujer de la escucha y la memoria, nos acompañe a reconocer las huellas del Espíritu para que, «sin demora» (cf. Lc 1,39), entre sueños y esperanzas, acompañemos y estimulemos a nuestros jóvenes para que no dejen de profetizar. 
El Sínodo dura hasta el 28 de octubre. Recemos por los Obispos y el Papa y los jóvenes participantes para que el Espíritu los ayude a llegar con alegría a buscar caminos para que todos los cristianos no dejemos solos a os jóvenes y les presentemos al Eterno Joven que es Jesús resucitado.

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